Pocas veces los mercados forman parte de la historia, del turismo y de la vida de la ciudad como el Mercado de San Blas. En sus paredes se guardan historias y se esconde el latir de la ciudad, un mundo lleno de olores, sonidos, texturas, colores y formas, en el que se intercambian no solo mercancías y productos, también chismorreos, consejos y saludos.

El emplazamiemto era el mismo que el de la primera plaza de abastos, sobre la iglesia de San Blas, comprendiendo cuatro calles principales. Se proyecta con sótano, planta baja, entrepiso y piso, con acceso por cada una de las cuatro fachadas. La fachada principal se abre a la calle Sagasta, con un cuerpo central y un torreón a cada lado, que rematan en sendas torres de forma cuadrangular que apoyan en nucleos de tres columnas cada una. Para la decoración de la fachada se emplean columnas, diferentes tipos de arcos que albergan grandes ventanales y materiales tales como: hormigón armado, hierro, crista, ladrillo y cerámica vidriada; la fachada se repite en la calle Gallarza eliminando los torreones.
Las fachadas secundarias a las calles Hernanos Moroy y del Peso, las realiza mediante una sucesión de arcos angulares adintelados, adornados con ladrillo rojo. Utiliza para la separación de los piso frisos de hormigón armado, en los que aparecen relieves alusivos a la función del edificio: entre la planta baja y la primera planta se ormanenta con temas vegetales, con cestos de verduras y frutas, y entre el primero y segundo piso mediante peces, aves y corderos.La combinación de materiales y formas y elementos de diferentes tendencias, confiere al edificio un carácter ecléctico, al que el arquitecto llega como fruto del trabajo desarrollado en obras anteriores.
En 1987 el edificio de la plaza de Abastos ha sido objeto de una afortunada restauración.
Página web: http://www.eabastos.com/index.php?id=inicio
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